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Ultimátum de Trump para Gaza, Hamás contra las cuerdas

Por primera vez en más de un año de conflicto, una propuesta concreta vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de un alto el fuego en Gaza. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha presentado un plan de 20 puntos que, según sus palabras, busca “poner fin al derramamiento de sangre y abrir un nuevo capítulo de seguridad y prosperidad para todos los pueblos del Medio Oriente”.

El documento, divulgado a finales de septiembre, propone un cese inmediato de las hostilidades, la liberación de todos los rehenes israelíes y la formación de un gobierno tecnocrático palestino supervisado por una fuerza internacional de estabilización. A cambio, Israel se comprometería a una retirada gradual de Gaza, una vez garantizada la “desradicalización” del territorio.

“Este plan no es un favor ni una concesión; es la única vía hacia una paz verdadera”, declaró Trump durante la presentación del texto en su residencia de Mar-a-Lago. “Si Hamas quiere sobrevivir políticamente, debe aceptar la paz en los próximos días”, añadió, fijando un plazo de respuesta de “tres o cuatro días” para el grupo palestino.

Apoyo israelí y cautela internacional

En Jerusalén, el primer ministro Benjamin Netanyahu expresó su respaldo al plan, calificándolo como “una oportunidad histórica para restaurar la estabilidad”. En un comunicado, su oficina afirmó que “Israel está dispuesto a implementar los términos siempre que se garantice la seguridad de sus ciudadanos y la eliminación total de las estructuras terroristas en Gaza”.

Sin embargo, en las capitales árabes la recepción ha sido más fría. Diplomáticos de Egipto, Jordania y Qatar —todos mediadores clave en intentos previos de tregua— han mostrado reservas sobre la viabilidad política y humanitaria de la propuesta. “Es un plan que responde a la visión de seguridad israelí, pero no necesariamente a las aspiraciones del pueblo palestino”, comentó un funcionario árabe bajo condición de anonimato a Al Jazeera.

Hamas guarda silencio, pero expresa desconfianza

Desde Gaza, Hamas no ha emitido una respuesta formal, aunque varios de sus portavoces han manifestado desconfianza hacia la iniciativa. “Ningún acuerdo que excluya al pueblo palestino o intente imponerle un gobierno desde el exterior puede tener legitimidad”, declaró el dirigente Basem Naim en entrevista con AFP. Otros miembros del movimiento calificaron el plan como “una cobertura diplomática para prolongar el control israelí sobre Gaza”.

El documento de Trump excluye explícitamente a Hamas de cualquier rol político o administrativo, aunque abre la puerta a una amnistía individual para sus miembros que renuncien a la violencia. También descarta la anexión israelí del territorio, una medida vista como un gesto para atraer apoyo internacional.

Reacciones humanitarias y dudas sobre la implementación

Organizaciones de derechos humanos y agencias de ayuda internacional han acogido el anuncio con cautela. “La reconstrucción de Gaza es urgente, pero debe hacerse respetando las leyes internacionales y garantizando que los civiles no sean desplazados nuevamente”, señaló Lynn Hastings, ex coordinadora humanitaria de la ONU para Palestina.

El plan prevé un amplio programa de reconstrucción económica, financiado por donantes internacionales y administrado por un consorcio bajo supervisión estadounidense y europea. Sin embargo, no especifica quién asumiría la gobernanza a largo plazo ni cómo se integraría el enclave en una solución política más amplia con Cisjordania.

Un plan entre la ambición y la incertidumbre

Mientras tanto, en las calles de Gaza, las reacciones van del escepticismo al agotamiento. “Queremos paz, pero no queremos que decidan nuestro futuro sin nosotros”, dice Amal, una maestra de 38 años en el campamento de Rafah.

El plan de Trump, presentado como una “oportunidad final”, aún debe superar profundas divisiones políticas y una desconfianza arraigada entre las partes. Con Israel dispuesto a avanzar y Hamas en silencio, el futuro inmediato parece depender de si la propuesta logra convertirse en algo más que otro intento fallido de paz en una región marcada por décadas de conflicto.

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