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¿Fin del sueño europeo? España resiste mientras crece la retórica antiinmigrante

En medio de un panorama internacional cada vez más hostil hacia la inmigración, España se ha convertido en una excepción relativa. Mientras en Estados Unidos Donald Trump avanza con su plan de deportación masiva y en Europa la ultraderecha gana influencia usando la migración como chivo expiatorio, el Gobierno español mantiene un discurso “humanitario y responsable” que lo diferencia de sus vecinos.

Un continente que cierra sus fronteras

En Italia, los centros para migrantes rescatados en el mar se han externalizado en Albania, generando polémica legal. El Reino Unido ha intensificado redadas contra personas en situación irregular y Alemania endurece su política migratoria. Este giro responde a un efecto contagio global, en el que las políticas restrictivas de la administración Trump han reforzado narrativas de control y seguridad en otros países.

En el Parlamento Europeo, la suma de las fuerzas ultraderechistas está a un solo escaño de los populares, y la inmigración ocupa un lugar central en sus campañas. Según expertos, esta presión política dificulta que incluso gobiernos moderados se desmarquen de la línea restrictiva.

España: más acogida, pero también más tensión social

El Ejecutivo de Pedro Sánchez reivindica un enfoque equilibrado: control de fronteras, pero ampliación del sistema de acogida hasta las 50.000 plazas. En 2024, las llegadas irregulares aumentaron un 12,5%, y en el segundo trimestre de 2025 entraron 119.811 personas, de las cuales más de 95.000 eran extranjeras. Las principales nacionalidades: colombiana (36.100), marroquí (25.000) y venezolana (21.600).

Sin embargo, la convivencia se ha visto alterada por episodios de xenofobia. En Torre Pacheco (Murcia), una agresión a un vecino derivó en disturbios y protestas azuzadas por la ultraderecha, pese a que las autoridades no confirmaron la nacionalidad de los agresores. Italia vivió escenas similares con grupos organizados para “castigar” a extranjeros.

Los números del odio

En 2024, España registró 1.955 delitos e incidentes de odio. El 60% de las víctimas fueron españolas, pero un 16,6% procedían de América Latina, especialmente de Colombia (5,27%) y Venezuela (2,58%). Los casos de racismo y xenofobia sumaron 804 registros.

En redes sociales, el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia detectó que el 74% de los mensajes de odio se dirigían contra personas del norte de África; un 17% contra quienes profesan el Islam. Más de la mitad de estos mensajes deshumanizaban a los migrantes y uno de cada cinco los presentaba como amenaza.

El papel de la educación y la información

Para Naciones Unidas y el Gobierno español, la clave para frenar el avance del discurso de odio es la educación en todos los niveles y ámbitos, así como la capacidad crítica para detectar bulos y desinformación. Recomiendan acercarse a otras realidades sin prejuicios, escuchar con empatía y cuestionar narrativas que erosionan la convivencia.

En un contexto en el que millones de personas siguen viendo a España como un lugar de oportunidades, la pregunta es si el país podrá mantener su política moderada y su tradición de acogida sin sucumbir a las presiones que ya han cambiado el rostro migratorio de otros países europeos.

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