El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, decidió no asistir a la XV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) que se celebró el pasado viernes en Bissau, en señal de rechazo a la posibilidad de que Guinea Ecuatorial, país miembro desde 2014, asumiera la presidencia rotatoria de la organización para el periodo 2027-2029.
La ausencia del mandatario portugués no fue casual ni meramente protocolaria. De acuerdo con medios portugueses, se trató de una posición política frente a un régimen autoritario que contrastó profundamente con los valores democráticos de la República Portuguesa.
Un régimen autoritario dentro de una comunidad democrática
Guinea Ecuatorial, gobernada desde 1979 por Teodoro Obiang Nguema, fue ampliamente criticada por organismos internacionales por su falta de libertades políticas, persecución a la disidencia, corrupción y uso simbólico del portugués. Su entrada en la CPLP se produjo en 2014 con la promesa de abolir la pena de muerte y avanzar hacia estándares democráticos que, según Lisboa, aún no se habían cumplido de forma creíble.
La CPLP, compuesta por países como Brasil, Angola, Mozambique, Cabo Verde o Timor-Leste, promovió la lengua portuguesa, la cooperación económica y la defensa de los derechos humanos como principios fundacionales. Portugal consideró que Guinea Ecuatorial seguía sin alinearse con estos valores, lo que generó una incompatibilidad ideológica que impidió respaldar su liderazgo en la organización.
Aunque la presidencia rotativa siguió un orden alfabético, Portugal quiso marcar un precedente: no todo valía en nombre de la diplomacia multilateral. En representación oficial acudió el ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Rangel, pero la ausencia de Marcelo fue leída como un gesto claro de distanciamiento político hacia un régimen considerado por muchos como una anomalía dentro de la comunidad lusófona.
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