La Península Ibérica tiene a las dos únicas capitales europeas que no están unidas por líneas de alta velocidad. Una situación que explica mejor que nadie este mapa, en el que se muestra la bajísima densidad de la red ferroviaria de España y Portugal en comparación con el resto de países europeos.
La Unión Europea y Portugal quieren rebajar el tiempo que hay que emplear para viajar de Lisboa a Madrid (actualmente nueve horas) a unas, mucho más aceptables, cinco horas de viaje. Pero, sin embargo, desde el país vecino quieren dejar algo claro: Madrid no es su prioridad. La prioridad es Vigo.
No al centralismo
Carlos Fernandes, vicepresidente de Infraestructuras en Portugal, explicó durante la presentación de los planes ferroviarios del país luso que el corredor atlántico “desarrolla nuestro país y la centralidad de nuestras ciudades, y no la centralidad de otras ciudades ibéricas (en relación a Madrid)”.
El corredor atlántico es un proyecto de 11.000 millones de euros para unir Oporto y Lisboa con una línea de alta velocidad que Portugal quiere extender hasta Vigo. Aseguran que las estrechas relaciones económicas y sociales entre Galicia y el país hacen recomendable priorizar esta línea antes que la conexión con Madrid. Y, además, esgrimen que permitirá al sur de Galicia tener una conexión rápida con el aeropuerto de Oporto, al que consideran el más importante del noroeste de la Península Ibérica.
No es la primera vez que este proyecto se pone sobre la mesa. Uno de los problemas es la construcción de un puente en el río Miño que pueda sustentar las vías férreas de alta velocidad. Esto permitiría unir Vigo y Oporto en apenas una hora, en lugar de las dos horas y veinte actuales. Con el corredor funcionando, viajar de Lisboa a Vigo apenas llevaría justo ese tiempo: dos horas y veinte minutos. En estos momentos, ese trayecto lleva más de cinco horas.
Los problemas, de nuevo, son políticos. Portugal quiere revertir las políticas que lleva décadas aplicando en favor del coche, mejorando su servicio ferroviaria pero las conexiones con España son un dolor de cabeza constante.
En una entrevista a El País, Pedro Nuno Santos, ministro de Infraestructuras, criticaba que Renfe no mantuviera el tren nocturno entre Lisboa y Madrid. “Nosotros tenemos interés en retomarlo, pero no tenemos quien remolque los trenes del lado español”.
En la entrevista explicaba que el proyecto de unir Lisboa y Vigo con alta velocidad se presentaría al Connecting Europe Facility, el proyecto de la Comisión Europea que brindará el 50% de los fondos necesarios para impulsar los enlaces transfronterizos en buena parte de Europa.
Los planes pasan por tener unidas las ciudades portuguesas y españolas en 2030 con una línea de alta velocidad y, en 2026, haber acortado los tiempos en la conexión entre Lisboa y Madrid.
Sin embargo, desde Portugal recalcan que su prioridad no es una línea de alta velocidad entre las capitales, que en la parte española acumula retrasos y diversos despropósitos a la altura de Extremadura, con trenes diésel funcionando en los tramos de alta velocidad porque las vías están sin electrificar, y Toledo, donde una fase de 200 kilómetros entre Talavera de la Reina-Oropesa y Madrid todavía no tiene proyecto.
Iryo avisa a España y Portugal que “es necesaria una estrategia común de infraestructuras”
Una vez que se ha confirmado que la conexión propuesta por Iryo para unir ambos países figura entre las diez escogidas por Bruselas, desde la empresa hispanoitaliana (el 55% pertenece a Trenitalia, el 31% a Air Nostrum y el 24% a Globalvia) aseguran que se trata de un momento “demasiado incipiente” para dar respuestas concretas.
De esta forma, solamente se puede confirmar lo que ya figura en las bases de la propuesta: deberá estar en funcionamiento antes de diciembre de 2029, operar durante al menos un año y ofertar billetes más rápidos, con más frecuencias, más baratos o con mayor confort.
Sin embargo, el principal competidor privado a la marca AVE deja un recado crucial a ambos gobiernos para superar los obstáculos presentes: “la necesidad de elaborar un proyecto conjunto de desarrollo de infraestructuras que implique a España y Portugal”.
Y es que esa fecha de puesta en servicio, anterior a la prevista para la finalización de la Salida Sur o el nuevo trazado entre Braga y Valença, supone un obstáculo que requerirá diálogo, inversiones y una apuesta en firme por parte de todos los actores públicos y privados.
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