Desde esta misma madrugada del sábado 28 al domingo 29 de octubre toca atrasar el reloj una hora para entrar en el horario de invierno y empezaremos a vivir unos días, algunos más y otros menos, de cierto jet lag social en cuanto a las comidas, el trabajo y los estudios hasta que nuestro reloj interno se adapte al nuevo horario.
Bajo la premisa de un supuesto ahorro energético los españoles llevamos 49 años consecutivos, desde 1974, bailando esta yenka de las manecillas del reloj dos veces al año: un ‘pasito atrás’ en el último fin de semana de octubre para pasar al horario de invierno, y ‘un pasito adelante’ en el último fin de semana de marzo con el fin de entrar en el horario de verano. Una práctica que expertos en salud y en energía, consideran “absurdo” e “injustificado” seguir manteniéndola.
De hecho hace ya cinco años, en 2018, que el Parlamento Europeo votó por suprimir los cambios horarios en la Unión Europea, pero la Comisión Europea, el Gobierno de los 27, a pesar de que anunció su propósito de cancelar definitivamente esta práctica, permitiendo a cada país escoger entre el horario de verano o el de invierno, aún no ha tomado ninguna decisión al respecto.
Fuera del huso horario que corresponde
España es uno de los países europeos más afectados por los cambios horarios porque lleva 83 años fuera del huso horario que le corresponde, que es el del meridiano de Greenwich. Desde que en 1940 Franco ordenó sincronizar el reloj de todos los españoles con el de Hitler, adoptando el huso horario de Alemania y de la Europa central, España vive desfasada, una hora en invierno y dos en verano, respecto al horario más natural que debería seguir, tal como hacen Reino Unido y Portugal.
Mantener el horario invierno todo el año
La Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (Fesmes) lleva años aconsejando la supresión de los cambios horarios y apuesta por mantener de forma permanente el horario de invierno durante todo el año, porque es el que más nos acerca al huso horario de Greenwich (es una hora más de diferencia y no dos como en verano) e incluso adoptar el horario de dicho meridiano cero que fue el que estuvo vigente en España desde que la Reina María Cristina unificó los horarios de nuestro país en 1901 hasta el cambio ordenado por Franco en 1940.
Según la Fesmes, “el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, lo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y disminuye la aparición de enfermedades”.
Además, en relación con el huso horario, añaden que el horario invernal “es el que permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar; y el que propicia tener una mayor exposición a la luz solar durante esa jornada”.
El pediatra valenciano Gonzalo Pin, vocal de la Fesmes y uno de los principales expertos de nuestro país en el tratamiento de trastornos y problemas del sueño, considera “un poco absurdo” seguir perpetuando los cambios horarios “porque si bien no parece claro que comporten beneficio económico alguno en cuanto al ahorro energético, lo que sí que está claro es que generan un problema de salud con un alto coste humano, ya que hay estudios que demuestran que los tres o cuatro días posteriores al cambio horario aumentan los infartos y los accidentes de tráfico ‘in itinere’, al ir o al volver del trabajo, y provocan trastornos de salud y de sueño en los grupos de población más sensibles, como son los niños y las personas de edad avanzada”.
Doctor Gonzalo Pin (Fesmes): “Los tres o cuatro días posteriores al cambio horario aumentan los infartos y los accidentes de tráfico al ir o al volver del trabajo”
El doctor Pin explica que “el uso del tiempo en este país es poco racional, con una pausa de comida muy larga, y además nos acostamos muy tarde por culpa del ‘prime time’ televisivo, pero nos levantamos como europeos, a las 7 de la mañana o antes para ir a trabajar”. Por ello apuesta por mantener durante todo el año el horario de invierno, pues es el que permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar, facilitando tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer al estar más próximo (solo una hora de diferencia) con el del huso horario de Greenwich.
Ahorro energético? Una práctica que nació con la I Guerra Mundial
Los cambios horarios comenzaron a implantarse en Europa y EE.UU. durante la I Guerra Mundial, con el fin de reducir el consumo de energía ante la escasez de petróleo y carbón, y se retomaron por el mismo motivo durante la II Guerra Mundial.
Continuar manteniéndolos casi medio siglo después, en plena era de las energías renovables, “no está justificado desde el punto de vista del ahorro energético“, sentencia el profesor de la Universitat Politècnica de València (UPV), Manuel Alcázar, subdirector del Departamento de Ingeniería Eléctrica e investigador del Instituto de Ingeniería Energética (IIE) de la UPV.
Alcázar explica que los cambios horarios “no tienen prácticamente ningún impacto, ni negativo ni positivo, sobre el consumo de energía: no hay ningún ahorro directo, simplemente estamos trasladando el consumo de una franja horaria a otra“.
Los cambios horarios, sostiene Alcázar, “donde si suponen un ahorro es en el consumo energético del alumbrado público, pues reducen las horas de encendido. No obstante, hoy en día la práctica totalidad de luminarias de pueblos y ciudades son de tipo LED, que consumen entre 8 y 9 veces menos que la tecnología que había en los años 70 cuando la Crisis del Petróleo, con lo cual el impacto del cambio horario sobre unas redes que ya son de bajo consumo ha dejado de ser reseñable”.
Profesor Manuel Alcázar (UPV): “Con la tecnología actual del alumbrado público, modificar el horario no estaría justificado desde el punto de vista del ahorro energético”
En el sector industrial tampoco supone ningún ahorro, según este experto, “pues una industria con dos turnos diarios, empieza de día y acaba de noche, con lo que se ahorre por la tarde lo consumirá por la mañana”.
En cuanto al ámbito doméstico, Alcázar, incide en que el cambio horario “no supone un ahorro en cuanto a consumo de los hogares, porque estamos trasladando el uso de la energía eléctrica de un horario a otro, aunque sí es posible que el usuario se pueda beneficiar del precio de las tarifas si traslada su consumo a las horas valle”.
Una propuesta que reivindica la Sociedad Iberista
Es propuesta de la Sociedad Iberista retornar al GTM+0, sincronizarse de nuevo con Reino Unido y Portugal y abandonar un huso horario erróneo. Así lo manifestó su Portavoz, Javier Ortega, en una entrevista para el programa de radio La Ventana de Carles Francino. Puedes escuchar la entrevista a continuación:
Según la Sociedad Iberista, la adopción de este nuevo huso horario debe realizarse de forma gradual, renunciando al cambio que se produce dos veces al año en toda Europa.
La primera de las ventajas es, sin duda alguna, que Portugal y España tendría de nuevo la hora que les corresponde geográficamente. Solucionaríamos así una de las más importantes asimetrías peninsulares.
En la Península Ibérica, combinar el cambio de hora con el huso horario de España supone, en el horario de verano, despertarse a oscuras y llegar a las diez de la noche con un sol, tenue, pero brillante, en el cielo.
“Tenemos una calidad del sueño muy baja con respecto a otros países de Europa. Por culpa de nuestros horarios desajustados. Esto supone un descenso en la calidad de vida: menos tiempo libre, menos horas de sueño y una irregularidad en el mismo“.
La Sociedad Iberista tiene en marcha una petición y recogida de firmas en Change.org al respecto de esta vuelta al huso horario que le corresponde a España, acorde a su situación geográfica dentro de la Península Ibérica.
“El horario de verano actual, según el huso horario de España, va en contra del horario natural. Esto supone, como decíamos, que si entramos a trabajar a las siete, nuestro cuerpo vaya una hora desfasada. Esto no es bueno para nuestra salud y puede repercutir en el estrés, incidencias de enfermedades y otras manifestaciones, tal y como muestran los estudios“.
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