La diplomacia del Kremlin sufre revés tras revés en una zona tradicionalmente fiel a su influencia.
En los tiempos (soñados por Putin) de la URSS, los países integrantes de la región del Cáucaso estaban bajo control soviético. Georgia, Armenia y Azerbaiyán eran gobernados con puño de hierro desde Moscú, al igual que otros países de diversas zonas, como Bielorrusia, Uzbekistán o Ucrania.
Cuando la URSS se desmorona, estos tres países caucásicos obtienen su independencia y, si bien es cierto que con mayor o menor grado de conflicto, todos quedan bajo la órbita de influencia rusa. De todos ellos, Armenia es el miembro más fiel al Kremlin ya que la OTSC (también conocida como la «OTAN rusa») cuenta con ella como miembro desde su inicio, mientras que Azerbaiyán se retiró en 1999 y Georgia, directamente, nunca formó parte de la misma.
Si bien hubo roces con Georgia, tanto Azerbaiyán como Armenia siempre tuvieron políticas enfocadas a la amistad y el acercamiento a Rusia, la cual también mantenía esferas de influencia sobre el gobierno georgiano, pese a su enfriamiento diplomático.
Esto ha cambiado radicalmente en el último año, específicamente, desde el derribo de un avión de pasajeros azerí por parte del ejército ruso. No solo por el hecho en sí mismo, sino también por la reacción rusa: empezó negando los hechos, menospreciando al gobierno azerí y, finalmente, mantener un silencio sobre este tema negándose ni siquiera a hacer unas declaraciones pidiendo disculpas.
Todo esto provocó que las relaciones entre ambos países se enfriaran a pasos agigantados. Azerbaiyán ha cortado todas los tratados de cooperación cultural rusa en su país y, además, ha invadido militarmente al gran aliado ruso en la región y miembro de la OTSC: Armenia. Este país no solo tenía la garantía de defensa de Rusia (al ser parte de dicha organización) sino que tenía tropas rusas sobre el terreno con la misión de defenderla de un ataque. Tropas que, cuando comenzaron los enfrentamientos, se retiraron a la primera oportunidad dejando totalmente en la estacada a “su aliado”.
Esto ha dejado a Rusia retratada como un país incapaz de cumplir las garantías ofrecidas a sus aliados y ha supuesto una gran vergüenza a su orgullo. Pero al mantenerse de perfil en el conflicto, Rusia no solo no ha logrado un acercamiento con Azerbaiyán (que podría haber sido un objetivo secundario: romper tu palabra para cortar con un país más débil y asegurase uno más fuerte) cuyo gobierno se ha dado cuenta de que el Kremlin no es una liado fiable, sino que ha conseguido que Armenia esté dando pasos actualmente para librarse de la influencia rusa, sustituyéndola por la OTAN.
Por otra parte, zonas de Georgia han sido invadidas por el ejército ruso al igual que ocurrió con Crimea, y el gobierno prorruso que existe en ese país está siendo atacado… por su propia población, la cuál exige romper con Rusia y acercarse a Europa, del mismo modo que hizo la población ucraniana con el Euromaidán.
La guerra de Ucrania está pasando una factura terrible al Estado ruso. Hace relativamente poco era percibido como el segundo ejército mundial, primera potencia nuclear y una gran potencia político-económica, y ahora mismo se encuentra rehuida por sus aliados y rechazada de frente por sus rivales, con quienes antes de la guerra mantenía una relación de cordialidad y beneficio económico mutuo. Además, todos los indicadores económicos indican que la economía rusa se ha desmoronado: pérdida de su capital humano importante (no sólo por la guerra, sino por el éxodo masivo) una moneda sin valor y unas finanzas públicas destruidas. Por si esto fuera poco, las finanzas privadas están en serios apuros: muchas grandes empresas de la conocida oligarquía rusa están reportando pérdidas, algunas por primera vez en décadas y otras por primera vez en su historia, y las familias sufren una pérdida de poder adquisitivo continuo además de un acceso casi nulo a crédito debido respectivamente a la inflación y a las altas tasas de interés.
A todo esto, ahora se le suma a Rusia la pérdida de poder político en sus tradicionales zonas de influencia. El Cáucaso, por su cercanía a Rusia y su lejanía física tanto con países occidentales como con otras potencias rivales a Rusia (China o la India), había sido el patio trasero ruso desde la disolución de la URSS. Ahora, Rusia es el invasor en Georgia, el apestado en Azerbaiyán y el traidor en Armenia.
A Vladimir se le multiplican los enanos…
Más historias
Tensión en aumento entre Estados Unidos y Venezuela: despliegue militar, acusaciones de narcotráfico y fricciones diplomáticas
Trump refuerza su operativo en Washington y promete convertir la capital en “la mejor del mundo”
En clave: los cinco puntos de la reunión entre Trump, Zelenski y líderes europeos sobre la guerra en Ucrania