El hidroducto ya contaba con el visto bueno de la Comisión Europea, pero aún faltaba la del Consejo y la Eurocámara
La Unión Europea ha incluido este lunes en su diario oficial la red de ductos llamada a llevar en el futuro el hidrógeno verde producido en España y Portugal al centro y al norte de Europa en su listado definitivo de proyectos de interés común.
Este paso es clave para que tanto el hidroducto que conectará Barcelona con Marsella (conocido como BarMar) como la red troncal española, el enganche ibérico con Portugal y dos depósitos subterráneos reciban financiación comunitaria. La Comisión Europea ya había otorgado ese estatus a ambos proyectos a finales de noviembre del año pasado, pero aún faltaba el visto bueno definitivo del Consejo Europeo y de la Eurocámara.
“Es un avance importante en el impulso al desarrollo de estas infraestructuras”, ha sintetizado el gestor de la red gasista española, Enagás, en un comunicado. Para esta empresa, cotizada pero en la que el Estado tiene una participación del 5% y una acción de oro, es vital que salga adelante la apuesta europea por el hidrógeno. También para Alemania, un país que confía mucho en este vector energético para poder alimentar su potente industria, que atraviesa uno de los peores momentos de su historia por el final del gas ruso barato.
La suma del BarMar y de la red ibérica de hidroductos (necesaria para poder hacer llegar el hidrógeno a los grandes mercados del continente) supondrá una inversión conjunta de cerca de 5.900 millones de euros, según las cifras de Enagás.
De esa cifra, 1.000 millones se corresponderán con la parte española del tubo que unirá la capital catalana con la segunda mayor ciudad de Francia, desde donde el hidrógeno viajará hacia Alemania, Austria, el norte de Italia y el resto de grandes consumidores de Europa central y septentrional.
De 455 kilómetros de longitud, tendrá capacidad para transportar hasta dos millones de toneladas al año. La expectativa es que el proyecto, que cuenta con el aval del Gobierno germano, esté operativo en 2030.
El reparto de los costes permanece en el terreno de la incógnita. El proyecto cuenta con el apoyo decidido de Berlín, Madrid y Lisboa (al menos, hasta el cambio de Gobierno) y con un respaldo mucho más tibio por parte de Francia, que lo ha condicionado a que su hidrógeno generado con energía nuclear pueda fluir en igualdad de condiciones con el renovable procedente de la Península Ibérica.
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