Los analistas apuntan tanto a razones políticas (el apoyo de Washington a los bombardeos de Israel en Gaza) como técnicas (la necesidad de defensas antiaéreas en las fragatas)
España ha maniobrado entre bambalinas contra la misión militar internacional que Estados Unidos quiere liderar en el mar Rojo contra los rebeldes yemeníes. Pero no está sola: Francia rechaza ponerse bajo mando de Washington, y protege por su cuenta a sus barcos en el mar Rojo de los ataques de las milicias hutíes. Lo mismo ocurre con Italia. Y todo, a pesar de que, en su comunicado inicial anunciando la misión, la Casa Blanca incluyó a esos tres países en el listado oficial inicial de participantes. Tampoco quieren contribuir otros aliados tradicionales de Estados Unidos como Arabia Saudí. ¿Qué está pasando?
Ante la falta de detalle en las explicaciones oficiales, los analistas apuntan a varias razones posibles. Y todos coinciden en una: la Administración de Joe Biden está dando apoyo político y militar a Israel en sus ataques contra Gaza, y colocar los barcos junto a los suyos supone un riesgo y una incoherencia. Tel Aviv dirige una operación de castigo contra Hamás en la Franja palestina que ha acabado ya con la vida de más de 10.000 niños. Pocos quieren dejarse ver en una misión conjunta con quien envía miles de bombas para llevar a cabo esos ataques. Especialmente los países mediterráneos.
“Creo que España no se une a la misión de Estados Unidos en el mar Rojo por coherencia, porque no se puede presionar a Israel por Gaza y al mismo tiempo participar en una operación dirigida desde Washington”, opina Leyla Hamad, especialista en Yemen y autora del libro “Yemen. La Clave Olvidada del mundo árabe”. “El mensaje hacia los países árabes sería confuso, y el mejor papel que España puede desempeñar en la actualidad es como mediador, ya que goza de credibilidad dentro del mundo árabe”.
El enfado de la opinión pública por la cruenta ofensiva israelí en Gaza también es un factor que explica la renuencia de los líderes de muchos países a unirse a la misión, apunta la agencia Reuters, que cita una encuesta reciente de Yougov en la que una gran mayoría de los europeos occidentales (especialmente en España e Italia) piensan que Israel debería detener su ofensiva contra la Franja.
Una misión arriesgada
Desde la administración estadounidense apuntan también al temor a los riesgos inherentes a la propia misión. Los rebeldes yemeníes han secuestrado o atacado una docena de barcos en el estrecho de Bab el-Mandeb desde el pasado 19 de noviembre, en solidaridad con los palestinos de Gaza.
“Ahora mismo hay un afán de distanciarse de Israel y EEUU, no quieren que se les vea como una parte beligerante, pero también es posible que los países estén intentando mantener la cadena de mando en misiones arriesgadas que requieren de barcos con defensas antiaéreas”, apunta Jesús Manuel Pérez Triana, analista de Seguridad y Defensa.
Precisamente en este punto es donde se justifica el bloqueo de España a que la UE amplíe la misión Atalanta para mandar barcos al mar Rojo. La Operación Atalanta lucha contra la piratería en el océano Índico. España contribuye con fragatas viejas, que prácticamente no tienen defensas antiaéreas, imprescindibles si se quieren defender de un ataque con drones o misiles.
El pasado 26 de octubre, la fragata Victoria relevó a la Navarra en esta misión. Estas son naves de los años ochenta, de la Clase Santa María, equipadas con lo básico: un cañón de 76 mm, dos puestos laterales con sendos cañones de 25 mm, ametralladoras y posibilidad de llevar un helicóptero de combate. Para luchar contra los piratas somalíes para los que estaba pensada esa misión, apunta el analista, son suficientes.
Pero los yemeníes utilizan drones (recientemente se han encontrado restos de un Shahed iraní en un barco atacado) o misiles antibuque ASEF (versiones de los iraníes Fateh 313), con 400 kilómetros de alcance, u otros llamados Tankeel (versiones de los Zohair iraníes), que llegan hasta 500 kilómetros. Con ellos los hutíes pueden alcanzar a los barcos en el mar Rojo, así como partes del Golfo de Adén.
Para defenderse serían necesarias las fragatas más modernas. “Haría falta enviar una fragata con capacidad de defensa antiaérea. Tenemos cinco fragatas de la Clase Álvaro de Bazán F-100 especializadas (con radar de gran alcance y un sistema de misiles defensivos)”, apunta Pérez Triana. “Pero la cabeza de serie tiene más de 15 años y tenían que haber entrado en astilleros para actualizar software. Dicho de otro modo: la misión nos iba a pillar con las fragatas ya maduras”.
Esta línea de argumentación coincide con la expresada por el propio presidente del Gobierno este mismo martes. Pedro Sánchez ha justificado su bloqueo en Bruselas de la ampliación de la misión Atalanta para mandar barcos al mar Rojo por “puro sentido común”, porque “el marco de la operación no es el mismo” y “el riesgo y la naturaleza del desafío son diferentes”, ha dicho.
El presidente no ha descartado ni confirmado si España participaría en una misión nueva, no ligada a Atalanta. “España no se opone a que se cree ninguna otra operación en el Mar Rojo. Estamos dispuestos y abiertos a que se plantee la operación por parte de los aliados, ya sea de la UE o de la OTAN, pero no en el marco de la operación Atalanta”. Sobre ello habló con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pero no ha trascendido ni el tono ni el contenido de la conversación.
Los aliados no se adhieren a la fuerza de Biden
El pasado 19 de diciembre, la Casa Blanca anunció una misión internacional con una veintena de países para garantizar el tráfico marítimo en el mar Rojo, después de que las más importantes navieras y la petrolera BP anunciaran que dejaban de usar esa ruta a través del Canal de Suez. Rodearían África, lo que eleva los costes en más de un millón de euros y la travesía en diez días. Afecta al 12% del tráfico marítimo global.
Washington publicó una declaración del secretario de Defensa, Lloyd J. Austin, según la cual la Operación Guardián de la Prosperidad reunía “a varios países, incluidos el Reino Unido, Baréin, Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, Seychelles y España“.
España lo desmintió inmediatamente con un comunicado del ministerio de Defensa, y apuntó a que cualquier participación española debía ser bajo el paraguas de la OTAN o de la UE. Italia lanzó una nota similar: el ministerio de Defensa del Gobierno de Giorgia Meloni aseguró que iba a mandar un barco al mar Rojo a petición de los dueños de mercantes italianos, pero no dentro de la operación de Estados Unidos. Francia ha dicho que apoya los esfuerzos para asegurar la navegación en el mar Rojo, pero que sus barcos seguirán bajo mando francés. Uno de ellos ya ha derribado un dron de ataque yemení.
Así que, por el momento, solo 12 países de los 20 mencionados por el Pentágono han confirmado la participación en la misión. Reino Unido y Grecia se han unido públicamente, pero otros aliados como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos han dicho no tener interés.
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