La Discusión

Diario democrático

Ucrania, después de la 2ª contraofensiva

GUERRA EN UCRANIA. Buenas noticias para Rusia, Ucrania en horas bajas.

Con todas las miradas en Israel o en los combates contra los rebeldes Hutíes, parece que la guerra de Ucrania se está desinflando en los titulares y el día a día europeo, en parte también debido a la normalización del estado de guerra en la región. Sin embargo, los enfrentamientos continúan en todo su apogeo, y hoy vamos a hacer un repaso de cómo cerró el conflicto en 2023, y de como se encuentra en la actualidad.

Para empezar, hay que decirlo sin paliativos: Ucrania fracasó en su tan esperada contraofensiva. Está claro que nosotros, desde occidente, no podemos saber los planes del alto mando ucraniano, pero es un hecho que esa contraofensiva tenía varios objetivos estratégicos como posibles, dependiendo de lo que se hiciera finalmente (evidentemente, no anunciaron a los 4 vientos por donde iban a atacar).

Con la contraofensiva iniciada, se vio que la decisión ucraniana fue la de hacer presión en varios puntos, en parte seguramente para seguir sin desvelar sus verdaderas intenciones y que el mando ruso no pudiera prever donde concentrar sus defensas. No obstante, aunque esto sin duda fue buena idea, no obtuvo los resultados esperados ya que al esperar tanto tiempo para iniciarla se dio la posibilidad al mando ruso para fortificar los frentes. Y lo hicieron. Finalmente, se vio que, donde Ucrania decidió hacer su apuesta, fue en el frente de Zaporiyia. Sin embargo, las nuevas y flamantes unidades ucranianas, con sus tropas entrenadas en occidente, sus Leopards, Bradleys y Himars, se dieron de frente contra la línea Surovikin.

Si bien es cierto que Ucrania consiguió avances en dicho frente y que las tropas ucranianas se desenvolvieron con valentía y arrojo, la realidad es que esos avances fueron poco significativos, a tal punto que un par de contraofensivas rusas hicieron que las ganancias/pérdidas de territorio en el 2023 por ambos contendientes se pueden contabilizar en… metros. Y no es un decir; en julio de 2023 el “Institute for the Study of War” aseguraba que Ucrania, desde el inicio de la contraofensiva en mayo, había recuperado 428 Km cuadrados. Sin embargo, de enero a abril fue Rusia quien obtuvo ganancias territoriales, y en noviembre y diciembre volvió a la carga (con escasos resultados). Esto produjo que, a final de 2023 el saldo final se pueda medir, efectiva y literalmente, en metros. Una situación muy parecida a la I Guerra Mundial, de combates en trincheras, con frentes inmóviles y un gran desangramiento por parte de ambos bandos.

Si dejamos de lado los resultados territoriales y nos vamos a los resultados estratégicos, Ucrania tenía varias posibilidades:

  • Recuperar Bajmut. No solo se fracasa, sino que el ejército ruso en la actualidad está dirigiendo contraofensivas, de no mucho éxito, pero vuelven a tener la iniciativa en este frente.

  • Toma de Melitopol. Fracaso rotundo.

  • Toma de Mariupol. Fracaso rotundo.

  • Consecución de una cabeza de puente tras el río Dnieper. Éxito parcial. Esto se debe a que si bien al principio se vio como un logro el asalto por parte de las fuerzas especiales ucranianas y la consecución de una cabeza de puente al otro lado del río, se ha intentado mantener los suministros y refuerzos mediante lanchas motoras, lo que ha supuesto una sangría para el ejército ucraniano, así como un avance muy ligero de las tropas rusas en enero.

  • Frente Norte. Pequeñas ofensivas con el objetivo de apuntalar a las fuerzas rusas en ese frente, y de dar algún golpe de mano si el ejército ruso daba la opción. Fracaso rotundo.

A mayores de todos estos resultados catastróficos para Ucrania, se puede hablar de los objetivos rusos, mencionando lo siguiente: los avances rusos en Kúpiansk, la caída de Mariinka y Avdiivka, y más avances en Kremina.

Sin embargo no todo son buenas noticias para Rusia. Estas “buenas nuevas” vienen causadas por la característica mentalidad del mando ruso: la insensibilidad para las bajas propias. Si analizamos en profundidad estos datos, arrojan severas dudas sobre la capacidad del ejército ruso de poder autodenominarse un “ejército profesional” del siglo XXI:

  • Caída del 20% de la flota en el Mar Negro.

  • Derribo de aviones de combate SU-34 y de helicópteros de ataque.

  • Derribo del avión de reconocimiento A-50.

  • Destrucción masiva de blindados, tanques y plataformas de artillería. Según los investigadores OSINT, que cuentan las confirmaciones visuales, el ratio de destrucción de equipo se sitúa de forma favorable para Ucrania en una proporción de 13:1.

  • Pérdidas enormes de tropas y equipos, incluyendo a coroneles, generales y miembros de alto nivel, pero sin obviar a las tropas de choque que son abatidas mientras los transportan encima de blindados (lo cual está prohibido en los ejércitos profesionales europeos) o dentro de vehículos que tienen el blindaje (y la forma) de carritos de golf, y que han desatado las burlas y mofas desde occidente.

Ahora bien, ¿esto significa que Rusia está “ganando” a costa de meterse un tiro en el pié? Rotundamente, no. De este análisis podemos sacar dos conclusiones, ambas malas para Ucrania:

La primera conclusión es que se está jugando al juego ruso.

Si analizamos la historia, tanto con Napoleón como con Hitler los rusos siempre han seguido la misma estrategia: cantidad por encima de calidad. El caso más característico y que, de hecho, tiene grandes parecidos con el caso actual, es el del frente oriental en la 2ª Guerra Mundial. Una batalla lo definió todo: Kursk.

Para ponerles en antecedentes, Hitler estaba obsesionado con la perfección asociada a la raza. Quería los mejores tanques del mundo, fuera cual fuera su coste. Con este objetivo, fueron desarrollados los Panzer VI, más conocido como los “Tiger”.

Esta maravilla de la técnica del momento llevó a la clara superioridad alemana en los enfrentamientos entre tanques. Los alemanes destruían varios T-34 rusos por cada Tiger destruido, y en el frente occidental, directamente sacaron un mote muy despectivo para los Sherman americanos: el “ronson” (un mechero de la época), ya que al enfrentarse a los Tigers tenían una gran facilidad para arder.

Sin embargo, toda esta situación, aparentemente buena para Alemania, se demostró un desastre. Las guerras se ganan con calidad y cantidad, y sí, como hemos dicho los Tigers eran una maravilla de la técnica tal que eran capaces de destruir por si solos a 15 T-34 o Shermans… sin embargo, por cada Tiger producido, los americanos producían 30 Shermans y los rusos 25 T-34. Por no hablar de que un Tiger averiado era casi imposible de reparar por las tropas de campo debido a su complejidad técnica, y cada Tiger perdido de esta forma era un desastre para Alemania.

¿Vemos ya la relación con la situación actual?

Exactamente: tenemos a una Rusia que está ensamblando tanques con material de los años 50, y enviándolo de forma masiva al frente, mientras Ucrania ha dependido de los envíos de la OTAN, que ha visto como sus flamantes y carísimos carros/blindados eran pasto de las llamas (con una mayor tasa de supervivencia de la tripulación, y un mejor desempeño que sus homólogos rusos, eso sin duda). Sin embargo, esto ha propiciado que los gobiernos occidentales estén más reacios a continuar con los envíos de armas a Ucrania, pues se arriesgan a 3 situaciones desastrosas:

  1. A diferencia de Rusia, de quedar sin material para la defensa propia debido a las características del mismo (no es chatarra sustituible).

  2. A asumir altos costes económicos para alcanzar unas tasas “decentes” de ayuda.

  3. A que después de todos los costes de desarrollo de nuestro material, caiga en manos rusas y estos obtengan tecnologías punteras de las que carecen actualmente.

Es por esto que, aunque veamos imágenes de “decenas de blindados/tanques” rusos destruidos y de ensamblajes de carros con barcazas de hace medio siglo, que propician las mofas de los anti-rusos más acérrimos, no se están produciendo avances por parte de Ucrania y, en cambio, se está jugando al juego ruso. Un juego al que Rusia ya ha jugado en varias ocasiones y en el que, a la larga, siempre ha vencido.

La segunda conclusión es que Ucrania está adoptando técnicas rusas, priorizando la propaganda sobre los resultados reales.

Se dice que es muy posible que el enfrentamiento entre Putin y uno de los mejores generales rusos del momento, el General Serguéi Surovikin, se debió a que este último no tuvo problemas en ordenar retiradas tácticas de Ucrania buscando las zonas donde poder plantar cara de forma ventajosa a los ucranianos. Esta decisión, tácticamente impecable, no fue vista con buenos ojos por Putin, que lo único que ha buscado siempre son victorias al coste que sea que poder vender en los noticiarios rusos.

Por su parte, Zelensky es un líder admirado que nunca huyó de Ucrania y que, además, ha visitado en numerosas ocasiones la línea de frente sin temer por su seguridad personal. Sin embargo es un político, y está empezando a dar síntomas de que le preocupa más la propaganda que los resultados (la técnica rusa, antes definida, por excelencia).

Puede que incluso sea algo lógico por lo expresado en el primer punto, pero ya se demostró en Bajmut y, ahora, en la contraofensiva y la desastrosa defensa de Avdiivka, que empieza a estar más preocupado por demostrar que puede ganar (o resistir), que por ganar realmente. Esto lleva a Ucrania a cometer errores, como un desgaste contraproducente de las fuerzas propias cuando, en la situación actual de Ucrania (de inferioridad numérica respecto a Rusia), deberían estar centrados en proteger vidas y desgastar a los rusos a la espera de que estos muestren alguna debilidad que pueda ser aprovechada por los ucranianos. Como exactamente se hizo poco antes de la primera contraofensiva, de hecho. Hay que asumir pérdidas territoriales, luchar solamente allí donde se tenga una ventaja clarísima y donde puedas hacer mucho daño, usando los mínimos recursos posibles.

Sin embargo, en lugar de hacer esto, se dieron órdenes de enzarzarse en Bajmut, cuando está demostrado que al ejército ruso se le hace sufrir mucho más en campo abierto, debido sobre todo a la artillería y a los drones suicidas, que en el combate en zona urbanizada. En esta contraofensiva, se han obcecado de igual forma en Avdiivka, en intentar pequeños contraataques sobre Bajmut, o en lograr avances en el frente sur, a tal punto de enviar de lleno a tropas en medios occidentales a emboscadas, campos de minas o zonas barridas por la artillería rusa, sin pensar en las consecuencias, en intentos desesperados por lograr alguna victoria que vender a occidente.

Al igual que en el enfrentamiento Putin-Surovikin, hay rumores de que el enfrentamiento entre Zelensky y uno de los héroes más admirados de Ucrania, Valeri Zaluzhnyi, se ha debido a la misma causa: a discusiones porque el general tiene una visión más táctica del asunto, y no quiere exponer de forma innecesaria a sus tropas, a sabiendas de los puntos débiles de Ucrania frente a Rusia, mientras que Zelensky buscaba resultados. Y de la misma forma que el anterior enfrentamiento acabó de la peor forma posible para Rusia, esto es, con el que posiblemente era su mejor estratega, Surovikin, desaparecido, este otro enfrentamiento ha acabado de la peor forma para Ucrania: con Zaluzhnyi, el mejor general que tiene Ucrania, destituido. Y lo que es peor, se ha puesto al frente de las FFAA de Ucrania al general Syrskyi, conocido por su mayor mentalidad “soviética” que la de Zaluzhnyi. Todo, por intereses políticos.

Estas dos conclusiones nos llevan a augurar un mal futuro para Ucrania, pero cuidado: cabe la posibilidad de revertir la situación. Explicamos como:

  • Para empezar, se necesita volver a la senda de la táctica. Hay que abandonar los objetivos políticos, y centrarse en los militares. Y para esto, hay que dar el mando a los mejores estrategas, capaces de lograr objetivos a largo plazo y que no busquen complacer al político de turno.

  • Para continuar es necesario el establecimiento de objetivos grupales por parte de occidente. Aprovechando que va a ser necesario el aumento de la inversión en Defensa para alcanzar la cuota del 2% del PIB (sobre todo si Trump vuelve a ser elegido presidente en EEUU), es necesario establecer un porcentaje de equipo (tanques, blindados, munición, armamento,…) que se pueda entregar de forma periódica y constante a Ucrania para la guerra contra Rusia. Esto haría que Ucrania fuera más consciente del equipo con el que pueden contar y con el que no, y que sus suministros no dependiesen de la “moral” de los gobiernos occidentales.

  • Por último, y tiene que ver mucho con el primer punto, se necesita un plan de guerra coherente y lógico. Esta última contraofensiva ha demostrado que solo tenía el interés de vender titulares en las televisiones occidentales. No puede volver a ocurrir, y menos a sabiendas de la baja soldadesca con la que cuenta Ucrania frente a Rusia. Las tropas deben de ser protegidas al máximo, aunque su número no aparezca en un mapa (y lo que venda sean los mapas). Ucrania debe volver a posicionarse a la defensiva, sin miedo a abandonar territorio para plantar cara en posiciones más ventajosas y desde las que hacer más daño al enemigo.

Si se implementan estos tres puntos, los cuales dependen de los políticos ucranianos, los políticos de la OTAN y el alto mando ucraniano respectivamente, puede revertirse la situación. Ahora bien, pasando por una guerra de desgaste, larga y dura. Pero una guerra que, si se siguen estas pautas y se explotan las debilidades rusas, Ucrania puede ganar.

Sobre el autor